Comencé mis primeras experiencias en el ámbito de la cinematografía y la televisión, después de numerosos trabajos y experiencias, entre ellas el servicio militar en mi tierra natal como cualquier hijo de vecino, en Colombia.

 Todo lo vivido allí tal vez me hizo cuestionarme sobre la vida y el sentido de nuestra existencia, aunque me reconozco reflexivo desde edades tempranas.

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Poco a poco fui perdiendo el interés en ciertas ambiciones y me acerqué por primera vez al ámbito de la salud en el 2009 a través del quiromasaje y la medicina amazónica. Años después, me regalaron una semana de clases de hatha yoga para mi 38 cumpleaños, lo que supuso comenzar desde una nueva perspectiva.

Así el yoga me recolocó no solo fisicamente, sino que ordenó las posibilidades. Junto con diversas formaciones de masaje, la filosofía budista y la continuidad de experiencias con la medicina tradicional ancestral, representan todas ellas, la puerta de acceso a una realidad íntima esencial y estar disponible para la vida desde un ser cada vez más básico y la vez más extenso, un ser que se reconoce en todo y en todos.

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El yoga no ha sido la única práctica que he realizado en estos años, ni tampoco una práctica estricta y constante, aunque siempre ha sido el hilo conductor y complemento de todas ellas. Trasciende la esterilla de práctica y la siento presente en mi crecimiento, diario caminar y relacionarme.